Restaurantes buenos en Canarias hay muchos, pero lo que experimenté en el Kentia Gourmet Club, situado en La Isla y el Mar Hotel Boutique, en la preciosa isla de Lanzarote, es otra historia.
Antes que nada, decir que el equipo de cocina, -con una estética muy “instagrameable”, para deleite de foodies-, está liderado por los chefs Juanjo Suárez y Lolo Román, y lleva su propuesta a jugar en división de honor.

Y si los jugadores eran de lujo, el campo no se quedaba atrás. Cada detalle está cuidado al máximo, desde la ecléctica decoración con piezas tan originales como las lámparas monkey de Seletti, o las hermosas vajillas diseñadas expresamente para sublimar cada plato.

Y les cuento: La cita fue para mostrarnos a un grupo de periodistas e influencers canarios las novedades de las cartas del restaurante Kentia Gourmet Club.
La experiencia se dividió en tres partes: finger food (un delicioso picoteo con bocados para comer con las manos); menú degustación “Entre África y Canarias”, con 9 pases y maridaje, y la soberbia coctelería firmada por Aythami Sosa e Iván, dos bartender de los que no se olvidan.

Los tres actos me parecieron maravillosos por la originalidad del concepto, por la puesta en escena y por el “story telling” que el preparado equipo de sala narraba al sacar y ofrecer cada plato, cada vino, cada cóctel y cada vajilla, diseñadas por el personal del restaurante y fabricada en exclusiva en el Taller de Piñero de Alicante.
Porque hasta los platos y vasos estaban pensados para resaltar cada receta, un guiño a la canariedad de las locas y fabulosas ideas que nos hicieron disfrutar como enanos y volver a esa infancia libre, de risas y sorpresas, cuando embarrarse con las manos al comer o colorear con salsas una careta de chocolate convierten una comida en un juego inolvidable.
“Al restaurante pueden acudir tanto los huéspedes del hotel, como clientes que no se alojen”, me explica Diego Lavado, director del hotel.
FINGER FOOD, O CÓMO DISFRUTAR COMO UN NIÑO COMIENDO CON LAS MANOS
El día hacía justicia a la Isla de Fuego, porque el aire ardiente al salir del avión de Binter me abofeteó con dureza la cara.
La buena noticia fue que el chófer del La Isla y el Mar Hotel Boutique nos estaba esperando a otra compañera y a mi con el aire acondicionado a toda pastilla, Y así llegamos bien fresquitas al encuentro.
La entrada al local, inundado de luz, vegetación y colores vibrantes, ya auguraba que lo que iba a probar no iba a ser “más de lo mismo”, sino algo diferente y exquisito.

Las sonrisas del personal de sala y cocina, del equipo de marketing (con Pilar Orti, directora de marketing y Carla Torres, comunity manager); del director del hotel, Diego Lavado, y Jaco González, maitre, y esa bienvenida con champán Bollinger bien fresquito en copas Riedel, me sumergió por unas horas en un universo único de placer gastronómico. “Qué día tan bonito”, pensé mientras empezaba la fiesta.

La puerta de salida comenzó con una amplia muestra de la carta Finger Food, bocados para coger con las manos como el tartar de salmón sobre crujiente de alga nori, teja crujiente de calamar, ceviche de vieras y cilantro, crujiente de erizo de mar y centollo, wakame, alioli de mango picante con lima y cilantro; tortillita crujiente de gambas de la Santa y alioli de coco, brick crujiente de chorizo de Teror con miel de Palma; y taco de cochino negro confitado, cebolla encurtida y guacamole.

ENTRE ÁFRICA Y CANARIAS, UN MENÚ DEGUSTACIÓN DE 9 PASES
Casi todos creíamos que estábamos llenos y que la calidad de estas tapas de lujo eran insuperable, pero estábamos equivocados. El menú degustación “Entre África y Canarias”, (reducido de 13 a 9 pases porque el picoteo fue tremendo), nos hizo viajar por dos continentes y varios países (Canarias, Marruecos, Libia, Guinea Ecuatorial, Etiopía y Sudáfrica) y volar hacia esa fantasía en la que se convierte la cocina de pasión y alma que idean Juanjo y Lolo.

Empezamos con el surtido de panes de millo, sabayaad (una especie de pan ácimo marroquí) y de higos, con salsa de yogur ahumado de cabra, salsa de maní y curry, de tomate asado y mantequilla con hierbas.
Seguimos con una menestra de verduras ecológicas de la Finca Machinda, propiedad de los dueños del hotel, que me sorprendió por sus preciosos colores, su intenso sabor y su punto al dente. “Este plato le gusta hasta al que no le gustan las verduras”, decía cargado de razón el maitre, Jaco González, que trabajó durante años de forma impecable en el hotel Santa Catalina cuando el jefe de cocina era en gran José Rojano.

De tercero, un homenaje a nuestros mariscadores con la falsa papa negra de lapa con mojo. Lanzarote en la boca.
No podía faltar un producto emblemático con el que flipan hasta los noruegos que visitan Lanzarote: salmón ahumado de Uga con queso de flor y tuno indio. ¡Qué cosa más rica y más canaria! A continuación, calamar sahariano en texturas para lo que no me quedó más remedio que pasar del tenedor y pedir una cuchara sopera. Esa salsita negra y contundente no se podía quedar en el cuenco, por muy bonito que fuera.

Los dos últimos platos fueron un kefta de carne de cabra tierno y jugoso con yogur de cabra (homenaje a Libia y Etiopía); y envuelto de cogote de atún con chocolate y 5 tubérculos, un guiño a Guinea Ecuatorial (donde la propiedad, el Grupo Martínez Abolafio tiene varios negocios).
UN MARIDAJE MUY ACERTADO
Aunque la copa de bienvenida fue de champán Bollinger (que me vuelve loca), seguimos con un maridaje muy canario. El aperitivo fue un vermut Primo de Lanzarote, de Davide Musci, y que cuanto más lo pruebo, más lo disfruto.
Continuamos con vino Vulcano, vijariego con 1 año en barrica, de color tan bello como las puestas de sol en Tías, y finalizamos con un tinto Goyo García, D.O. Ribera del Duero de una cepa con 250 años.

De postre, máscara tribal de chocolate con tres salsas que fue lo único que me dejó indiferente, pues le faltaba contundencia en el sabor, si bien la idea de dar pinceles al comensal para que pintara la máscara con salsas de frutas me pareció divertido y desenfadado.

Aunque crean que a esas alturas ya estaría a punto de reventar, se equivocan , porque aún pude probar un petit four y tomarme un “Loto Sagrado”, cóctel de chicha morada, brandy, pizco, piña y limón que Iván y Aythami me prepararon en una calavera mejicana que hizo que el viaje de vuelta en Binter se me pasara en un pispás.
MÁS INFORMACIÓN:
Restaurante Kentia Gourmet Club
La Isla y el Mar Hotel Boutique
C. Reina Sofía, 23, 35510 Tías,
LANZAROTE
☎️ 928 59 62 90
Precio menú degustación 9 pases: 55€ + maridaje a parte (38€)
https://www.laislayelmar.com/
https://kentiagourmetclub.com/